Por: José V. Medina Z.
“Comparto la causa pero no el modo”, dicen escandalizados, alguno/as, al ver un par de tetas en una marcha feminista.
Por un lado, esos mismos que se dicen machos alfa de lomo plateado, heterosexuales, que sueñan con estar en una playa topless del mediterráneo, que frecuentan cafés con piernas, que consumen pornografía a escondidas, que mean en la calle y que van a guata pelá al estadio, se sienten ahora violentados, escandalizados y se vuelven pechoños, mojigatos, conservadores, defensores de la moral y las buenas costumbres, al ver muchachas con el torso desnudo en una marcha.
Por otra parte, “Comparto la causa pero no el modo”, argumentan otros, (y otras), sin lograr entender que esa misma frase es una muestra más del machismo milenario que les brota en forma espontanea, y que tienen inculcado en la conciencia y el alma.
Son muchos de estos, justamente, los responsables y partícipes de las miles de actitudes, discriminaciones, ninguneo, humillaciones y frases machistas que nuestras mujeres deben soportar y sufrir en su vida diaria, desde la infancia a la adultez.
Se oponen a los cambios e intentan mantener el statu quo. Algunos en forma consciente, otros no, pero ese es el verdadero motivo. Esa es la verdadera razón de su rechazo y no otra. Deben asumirlo.
Para nosotros, la imagen de la chica con el torso descubierto, arengando con pasión a sus congéneres sobre una estatua representativa del conservadurismo religioso, nos parece maravillosa, poética, revolucionaria, hermosa, épica y esperamos se vuelva en un ícono representativo de un momento histórico en nuestra sociedad.
Cuadro de Eugene Lacroix denominado “La libertad guiando al pueblo”, es sobre la revolución de 1830 en Francia, y no de la revolución francesa, toma de la Bastilla, de 1789, como dijo alguien erróneamente.
La joven chilena de la foto que aparece más arriba, refleja e interpreta ese espíritu libertario.